De la epopeya adolescente; cuando Robert Musil escandalizó a Viena.


"Es geht nicht anders, lieber Törleß, die Mathematik ist eine ganze Welt für sich und man muß reichlich lange in ihr gelebt haben, um alles zu fühlen, was in ihr notwendig ist.

No hay otra manera, querido Törless, la matemática es un mundo en sí mismo y uno debe haber vivido en él durante mucho tiempo para sentir todo lo necesario en él." Robert Musil-Las tribulaciones del estudiante Törless

 

Corría el año 1906 cuando llegó a las librerías de la capital del Imperio Austro-húngaro una novela mordaz como pocas que expuso sin pudor los frágiles cimientos de una sociedad clasista, decadente, hipócrita, sostenida sobre los cimientos endebles de un sistema educativo impersonal, precario, y una moralidad putrefacta. De esta manera, un autor primerizo se adelantaba a presagiar tanto en el tono de la obra como en el intertexto que el futuro del país estaba sentenciado (la Historia le daría la razón apenas una década después definitivamente). Robert Musil fue el escritor detrás de semejante criatura. Nació en la ciudad austriaca de Klagenfurt, cercana a la actual Eslovenia, en el año 1880 en el seno de una familia de altos funcionarios del Imperio. Su posición acomodada le puso en contacto con la literatura y las matemáticas desde temprana edad; también con la carrera militar, pues era costumbre que las familias adineradas mandasen a sus hijos varones a academias donde aprendían las bases del oficio marcial a la vez que recibían formación intelectual. Sin embargo, Robert abandonó su academia antes de tiempo e ingresó en la Escuela Técnica Superior de Viena para perseguir su vocación científica cursando las asignaturas relativas a la ingeniería mecánica. También entró en contacto con la filosofía de Nietzsche, autor que lo influyó hasta cierto punto (cómo no). En 1903 se trasladó a Berlín para estudiar filosofía y psicología aplicada en la escuela de Carl Stumpf, famoso por acuñar el término fenomenológico de "el estado de las cosas" (difundido más tarde por su estudiante Husserl). Por fin, en 1906, apareció el libro del que vamos a hablar.

Las tribulaciones del estudiante Törless es una obra encuadrada por los estudiosos literarios dentro del expresionismo. A grandes rasgos, dejándome por el camino algunos detalles, los autores expresionistas utilizan sus textos para rebelarse contra un mundo industrializado, mecanicista, profundamente hipócrita (perciben que los valores de la tradición cristiana como la bondad o la caridad son una mera fachada sin relación estrecha con la realidad social) y dividido en clases casi castificadas. Se convirtió en la corriente dominante en el mundo germánico a partir de la I Guerra Mundial de la mano de autores teatrales como Georg Kaiser o el primer Bertol Brecht; algunos críticos meten en este saco también a Franz Kafka, algo como poco muy osado y, bajo mi prisma, tremendamente irrespetuoso con la dimensión del autor. Antes de volver con lo nuestro, quiero dejar claro que personalmente encuentro en Kafka el alfa y la omega de la literatura europea del siglo XX; crea sus predecesores a la manera de genios como Cervantes (Gogol, Dostoyevski, etc.) y riega con su influencia a generaciones de escritores tanto del mundo viejo como del nuevo (influye decisivamente en la configuración del realismo mágico más que Faulkner o los franceses porque sienta las bases ideológicas de esa cosmovisión literaria, llegando a desvelar a García Márquez en una pensión de Bogotá) desde un lenguaje sencillo y una estructura para nada barroca como puede tener el Ulises de James Joyce. Kafka es kafkiano y punto, que no es poco.

Törless es un adolescente que estudia en un internado masculino situada en una pequeña villa del Imperio Austro-húngaro. No tarda ni diez páginas en comprobarse que está moralmente perdido; detesta la figura paterna que encuentra hipócrita, perezosa y poco reflexiva; aborrece a la mayoría de los profesores por considerarlos seres desconectados de su problemática, como entes rectos y virtuosos que viven en sus torres de Babel a las que él no vislumbra modo alguno de acercarse; tiene dificultades para relacionarse con sus compañeros a los que encuentra insensibles, irreflexivos y violentos (esta última cualidad acaba siendo fundamental en el desarrollo de la historia). Una seña de identidad de las obras expresionistas es la preocupación por la introspección psicológica tanto de los personajes consigo mismos como del autor/lector con relación a los personajes (llevando en algunos lectores a realizar una introspección); esto no debería sorprender en el caso concreto de Musil, pues ya he mencionado que estudió psicología aplicada. Robert prefiere analizar las preocupaciones de Törless desde el narrador que penetra en los sentimientos encontrados del adolescente y no desde los eternos monólogos que se verán posteriormente en la literatura expresionista. Por esto, la obra se considera también un Bildungsroman (traducido al castellano como novela de aprendizaje), un subgénero literario dominado por historias sobre la transición de una mentalidad infantil a la adulta. En este caso, Robert Musil diseña un personaje que busca encontrar una explicación no trivial a la crueldad, la avaricia, la miseria moral que le rodea; el estudiante Törless se pasa la obra preguntándose por qué un compañero se deja subyugar frente a la acción violenta de otros, por qué no se rebela contra esa situación injusta que vive, de inferioridad respecto de sus teóricos iguales, sino que la asume como propia estoicamente. También se pregunta por qué esos abusadores dan rienda suelta a la violencia que poseen en lugar de domarla como hace él o como les mencionan en las clases de ética. También repara en que a los alumnos del internado no les importa tanto aprender conocimientos académicos para desenvolverse en el mundo adulto como sí visitar a una prostituta (Bozena) que tiene una casa cercana al internado donde ofrece sus servicios o participar de una red de extorsión contra otros alumnos o la mofa de los profesores. Musil presenta la adolescencia como un periodo de transición catalizado por la sociedad (amigos, familia, escuela, etc.) desde unos valores simples idealizados (posteriormente vistos como ingenuos) hacia el cinismo y una individualidad mecanicista que desprecia la existencia individual e incluso rechaza al débil, aquel que no luche por imponerse. ¿Os suena una ideología política que beba precisamente de estas características?

A mi juicio, durante la mayoría de páginas Törless tan sólo tiene un momento de ilusión entendida como desvelo por algo que le resulta atrayente y misterioso. Una figura filosófica se le acerca en sueños reolviendo toda su conciencia y animándole a buscar respuestas a una duda surgida en clase de matemáticas acerca de la naturaleza de los números complejos (imaginarios). Törless se presenta en el despacho del profesor de matemáticas con ánimo tímido pero curioso, decidido a asimilar todo lo posible acerca de estos conceptos abstractos. Cuando menos se lo esperaba, recibe un varapalo por la espalda que lo deja catatónico: "Ya crecerás y lo entenderás, por ahora confórmate con normalizarlos" le viene a decir el tutor. Extinguida la llama de la ilusión por los números complejos, parece que se le abre otro camino en la filosofía al poner nombre a la misteriosa figura onhírica: Immanuel Kant. Echa el guante a una edición de la Crítica de la razón pura con el ánimo de buscar las respuestas que los adultos y el mundo le posterga o le niega, y se estampa sin cinturón de seguridad contra la muralla insalvable formada, bloque a bloque, por un lenguaje filosófico inabarcable para el entendimiento del muchacho. Se da por vencido después de un par de páginas, y cierra el libro hundido, derrotado, sintiéndose miserable. Creo que de esta experiencia se puede extraer una importante lección a tomar por parte de los futuros profesores: evitar por todos los medios extinguir la llama de la ilusión que se despierte en un alumno, por extravagante o ininteligible que sea el tema (dentro de unos límites morales, evidentemente). Debemos fomentar la curiosidad siempre que sea posible y ayudar al alumno allí donde no sea capaz de llegar, no limitarnos a terminar la duda con un contundente "esto no entra en el examen/no es necesario saberlo"

Otro aspecto menos agradable de la educación que recoge esta novela es la violencia adolescente y su cariz sexual que puede aparecer significativamente en entornos de coexistencia como un internado (los profesores deberían ser educados en percibir una serie de señales significativas que puedan indicar conductas violentas). Unos "amigos" de Törless (no considero que sean verdaderos amigos; tan sólo pasa más tiempo con ellos debido a su coyuntura personal) presentan una ideología donde la violencia se venera como el medio más eficaz tanto para alcanzar las ambiciones personales como mantener el control sobre los seres dóciles. Estos jóvenes extorsionan a un comapañero llamado Basini que acepta su rol de súbdito y participa de una serie de actividades de corte masokistas donde los "amigos" lo golpean repetidamente, lo desprecian, etc. Lo cosifican. Esto despierta en los estudiantes la furia del deseo sexual, haciendo que tengan algún encuentro íntimo con el joven maltratado que posteriormente avergonzará a Törless. La falta de cariño aleja aún más a la víctima y su sufrimiento de los torturadores y de un Törless que comienza a despreciarlo casi tanto como hacen sus "amigos" aunque conserve un pequeño resquicio que le hará convencer a Basini de que se entregue ante las autoridades escolares por haber robado dinero a algunos compañeros (el origen de la extorsión). Finalmente, se celebra un juicio donde Törless expone su carácter existencialista acerca de lo real e imaginario forjado a partir de las experiencias de los últimos meses (las acciones humanas suceden porque sí, no hay nada más detrás de ellas amén de confesar las prácticas que realizaban con Basini en un soliloquio que pilla con el pie cambiado a su profesor de matemáticas, miembro del tribunal. La sentencia del juicio consiste en expulsar a Basini para tapar el escándalo y sugerir a los padres de Törless que lo lleven a otra institución privada donde pueda desarrollar mejor sus aptitudes filosóficas. En definitiva, escurren el bulto debajo de la alfombra y Törless abandona el internado.

Cuando mencioné algunos detalles acerca de la vida de Robert Musil, escribí que no había terminado sus años de academia privada con conocimiento de causa. El autor se arrepintió en sus últimos años de haber presentado originalmente este libro como autobiográfico debido a los escándalos que esto provocó en el seno de su familia, que llegó a repudiarlo. La vida de este austriaco no fue nada sencilla después de la Gran Guerra, a la que sobrevivió, pues fue expulsado de Alemania en 1933 y de Austria en 1938 al estar casado con una mujer de herencia judía y condenado a vivir un complicado exilio sumido en la pobreza en Suiza. Apenas aguantó tres años y murió en Ginebra en 1942 sin poder terminar su obra más ambiciosa, El hombre sin atributos. Quizás pudiese econtrar luego una paz que le era esquiva en la cabeza de sus lectores.



Comentarios

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  2. Muy interesante la entrada. Era un autor que desconocía y cuya trágica historia, plasmada en parte en el joven Törless, hace que se me forme un nudo en la garganta. Respecto a que no debemos extinguir la llama de la ilusión del alumno no podría estar más de acuerdo. El motor del conocimiento humano sin duda es ese asombro - el "thaumazein" a la que tanta importancia dieron Platón y Aristóteles - que nos produce encontrarnos de repente ante una existencia cuya complejidad puede resultar cautivadora o abrumadora. Como docentes está en nuestra mano poder despertar la chispa de la curiosidad latente en nuestros alumnos, algo que les permitirá no solo adentrarse sin miedo a entender lo desconocido, sino intentar cambiar a mejor ese mundo en el que viven.

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  3. Me han dado unas ganas tremendas de leer el libro. Por momentos, me ha recordado a ciertos pasajes de "El guardián entre el centeno", y ahora quizás me ha dado por pensar que quizás J.D.Salinger bebiera de este otro libro para escribir el suyo...

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